Abstraccionismo brasileño y venezolano
Estas relaciones serán visibles en la exposición, donde el curador intercala las obras de los artistas brasileños y venezolanos que denotan semejanzas y singularidades, como sucede con Lygia Clark y Jesús Soto, en producciones de la década de los 50. Mientras la obra Radar (1960), de la serie Bichos de Clark es un cuerpo que se ofrece al espectador, y cuyas características (el hecho de ser articulado, tener peso y textura, ser complejo o simple, etc.) influyen de modo concreto en la experiencia que nos propone, en Soto, obras como las de la serie Vibración (1959), esta característica es óptica y ocurre en la obra como espectáculo visual, no significando una interacción con el espectador.
A continuación, Jiménez expone conjuntamente a los “coloristas”, como define a los artistas que exploraron el color como elemento vivo en su producción, a fin de dejar en evidencia estructuras y planos relacionados, formas seriadas, que hablan por sí mismas. “Aun cuando trabajaran el uso del color en materiales y propuestas diferentes, éste es el medio activo en las obras de artistas como Willys de Castro, Hélio Oiticica, Alejandro Otero y Carlos Cruz-Diez. Todos con sus diferencias”. Mientras que en la obra de Willys de Castro, como en Objeto Ativo [Objeto Activo] (1961), el color aparece de manera maciza y minimalista, en las obras de Otero, los colores le dan fuerza a la fluidez y al movimiento de las líneas, como en Colortimo 62 (1960). A comparación, en la obra de Hélio Oiticica el color surge para destacar relieves y depresiones en su producción, como en Metaesquema (1957), mientras que en las obras como Fisicromia nº 21(1960), de Cruz-Diez, el color está al servicio de producir transparencias y efectos ópticos.
En la tercera sección de la muestra, surgen las obras de las artistas Gego (Gertrud Goldschmidt) y Mira Schendel, que según el curador, se inscriben en el abstraccionismo de una manera diferente a los demás artistas. Ambas llegaron a América del Sur ya adultas y formadas, provenientes del escenario artístico europeo que tanto buscaban los artistas latinoamericanos por ser el epicentro de los movimientos de vanguardia. “Es evidente que hay un distanciamiento de las dos en relación a los demás artistas locales. En el contexto brasileño, y sobre todo en el del concretismo paulista, Mira Schendel ocupa una posición similar a la de Gego en el ámbito de la abstracción venezolana”, dice Jiménez. En la obra de Schendel, representada en Dibujar en el Espacio por obras como las serie de Monotipias (1964-65) y Droguinha (1966), no se nota la rigidez formal, teórica y programática, que lleva a los concretistas paulistas a oponerse de forma radical a cualquier residuo plástico que pudiese vincular a la pintura con un medio de figuración.
Al igual que Schendel, Gego se distanciaba de la realidad abstracta de los cinéticos venezolanos, por el uso diferenciado de las líneas y del aprovechamiento de la luz en sus obras, saliendo del plano de las telas y utilizando materiales maleables en sus obras, como alambre y hierro, como se puede ver en la pieza 4 planos rojos (1967). “Las dos artistas se encuentran en los límites entre las tradiciones abstraccionistas de Venezuela y de Brasil, pues sus obras son justamente eso, un trabajo en la orilla o entre los límites”, concluye Jiménez.
Fundacion Ibere Camargo
Acerca de la Colección Patricia Phelps de Cisneros (CPPC)