Filtrar Información a la Prensa: Riesgos Reputacionales, Costos Reales y Cómo Hacerlo Bien

El dilema: ¿Filtrar o no filtrar?

En contextos de crisis, reorganización corporativa, cambios sensibles o incluso lanzamientos estratégicos, filtrar información a la prensa puede parecer una jugada útil para “calentar” el terreno, moldear la narrativa o enviar mensajes indirectos a ciertos públicos. Y sí, puede funcionar, pero mal ejecutado es como jugar con fuego en una estación de gasolina.

La filtración irresponsable o descoordinada es uno de los principales detonantes de crisis reputacionales innecesarias. Lo que comienza como una supuesta estrategia inteligente termina en:

  • Desconfianza interna.
  • Caos mediático.
  • Riesgo legal.
  • Crisis de gobernanza.

¿Cuáles son los costos y riesgos reales de una filtración mal manejada?

 Riesgo #1: Erosión de confianza interna

Una filtración no autorizada genera paranoia, teorías de traición y pérdida de confianza en el liderazgo. Equipos desmotivados, talent loss y cultura corporativa dañada.

Riesgo #2: Narrativa incompleta o distorsionada

Filtrar un fragmento fuera de contexto provoca más confusión que claridad. Los periodistas trabajan con lo que tienen, y si el contenido se publica sin contexto, tu organización pierde el control del relato.

Riesgo #3: Acciones legales o regulatorias

En sectores regulados (salud, banca, energía, tecnología, entre otros), una filtración puede violar leyes de confidencialidad, afectar procesos de aprobación o poner en riesgo licencias.

Riesgo #4: Pérdida de poder de negociación

Filtrar una negociación antes de tiempo —M&A, despidos masivos, lanzamientos— puede modificar la percepción de valor y afectar condiciones contractuales o bursátiles.

Riesgo #5: Manchar la reputación de voceros o stakeholders

Cuando un medio publica algo sin respaldo institucional, los daños colaterales pueden afectar a ejecutivos clave, aliados o inversores.

¿Cuándo es válida una filtración estratégica?

En nuestro país, filtrar información sin control ni escrupulos se ha convertido en un deport. Hay contextos donde “filtrar” —de forma planificada y controlada— es parte de una jugada estratégica. Por ejemplo:

  • Para testear reacciones ante una política interna o cambio organizacional.
  • Para preparar el terreno mediático ante una decisión difícil.
  • Para redirigir la atención hacia un ángulo de menor daño.
  • Para presionar actores clave sin declarar abiertamente una posición.

Pero ojo: esto no es filtración anárquica. Es una táctica con propósito, plan, respaldo de comunicaciones, legal y vocería encubierta cuidadosamente elegida.

¿Cómo filtrar de manera segura y profesional?

Aquí te compartimos un marco claro, práctico y corporativo para ejecutar filtraciones de forma ética y sin exponerte a una bomba de tiempo:

 A. Define la intención estratégica

  • ¿Cuál es el objetivo específico de la filtración?
  • ¿Qué impacto deseas provocar y en qué audiencia?

 B. Elige medios confiables

  • Trabaja solo con periodistas con trayectoria, criterio editorial y ética profesional.
  • Establece relaciones de confianza sostenidas (no improvises en momentos de crisis).

 C. Usa voceros indirectos “off the record”

  • El mensaje debe llegar, pero el mensajero no puede quemarse.
  • Prepara talking points no atribuibles, que si se publican, no comprometan legalmente a la fuente.

 D. Utiliza herramientas seguras

  • No uses WhatsApp ni correo institucional para filtrar.
  • Herramientas seguras de mensajería cifrada como Signal o ProtonMail son preferibles.
  • Documentos sensibles deben compartirse por plataformas con trazabilidad y acceso controlado (ej. DocSend, ShareVault, OneTrust).

 E. Anticipa el rebote

  • ¿Y si se filtra más de lo previsto?
  • ¿Y si te piden confirmar?
  • ¿Y si el periodista interpreta distinto?

Ten un plan B listo. Un comunicado institucional, una vocería alternativa o una negación plausible.

El manual de los profesionales: Filtrar no es traicionar

Filtrar información no es, por sí mismo, un acto desleal. Lo desleal es hacerlo sin inteligencia, sin estrategia, sin responsabilidad y sin sentido del riesgo.

Las filtraciones más exitosas son:

  • Claramente planificadas.
  • Operadas por voceros indirectos.
  • Limitadas a información clave.
  • Enmarcadas dentro de una estrategia mayor.

Una filtración bien hecha puede prevenir una crisis. Una mal hecha, puede provocarla.

Filtrar puede ser parte de tu arsenal como consultor, director de comunicación o CEO. Pero se requiere un marco ético, técnico y estratégico. Porque en tiempos de hipertransparencia, cada palabra tiene un eco amplificado. Y cada error, una factura.

Si no sabes cómo hacerlo, mejor no lo hagas.

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