Que RSE es la que ha muerto?

Aportación a la  «Carta abierta a los amigos de la RSE«

Estimados lectores y lectoras de diarioresponsable.com, somos Borja Subías y Cristina Sánchez de 22 años; conocimos la RSE hace 3 y orientamos nuestra formación y futuro a aprender a desarrollarla y hacerla tangible. Tanto es así que andamos inmersos en un proyecto empresarial que pretende llevar la Responsabilidad social de las Empresas (RSE) a la PYME y a las organizaciones que conforman la Economía Social.

A estas alturas de comentario pueden pensar que somos unos jóvenes soñadores que se van a dar de bruces con la realidad. Y lo cierto es que sí, pero la perspectiva que tenemos y por la que luchamos;  puede ser especialmente enriquecedora a los profesionales más veteranos que se empeñan en pronosticar tanto las oportunidades como las “muertes” del sector desde hace 10 años.

En primer lugar, ¿Qué RSE es la que ha muerto?

• La RSE tapadera que nunca se supo entender bien y que se enfoco a filantropía y acción social, que realmente nunca revirtió ni se integró en los procesos de la propia empresa.
• La RSE de gurús, multinacionales, jerarquías institucionales y cualquier tipo de formación que únicamente ha buscado crear puestos de reputación, dinero, mentiras y falacias; sin militar en una acción concreta o un modelo transportable y útil. Incluso de la que ha servido a objetivos políticos, perdiendo la identidad cuando se acabó la legislatura de turno.
• La RSE de Memorias de Sostenibilidad apolilladas en estanterías, cuyo fin no hemos sabido comunicar al cliente, cegados por el objetivo de monetizar y ofrecer un sello del que presumir. Un producto asociado a la época de vacas gordas, que solo será comprado por la gran empresa.
• La RSE como destino de tiburones financieros que han limpiado la imagen de corporaciones que jamás serán tan éticas como publican; en unas memorias que son una oda al cinismo social imperante.
Por todo ello, claramente el enfoque planteado ha sido erróneo, porque se ha construido paralelamente a la empresa (asociado a una imagen corporativa) y alejado de la demanda real de las empresas que más abundan en nuestro país, las PYMES y las organizaciones de Economía Social; muchas de las cuales poseen mayor valor responsable que las empresas que lo justifican.
Apostamos por una responsabilidad sostenible fundamentada en:

• La asunción de las externalidades (tanto positivas como negativas) que la empresa tiene en la sociedad. Creemos en que las empresas tienen que tener una responsabilidad como persona jurídica, y que la legislación debe acompañar esta idea como ya se hace en Reino Unido con el Social Value Act.
• Acciones concretas (YA), aplicables a las empresas clientes creando una demanda real. Un medio puede ser la creación de herramientas concretas y didácticas que ayuden verdaderamente a la gestión responsable y comprobable, enfocadas a la economía “a pie de calle”.
• La conciencia de saber diferenciar entre “tener la intención de cambiar el mundo” y el “ponernos a cambiarlo”. En este sentido tenemos mucho que aprender de los modelos de gestión de Economía Social que se han dejado de lado en el ámbito RSE, y a los que el marco GRI se les queda corto. Hay que estar atentos a las referencias para la creación de valor social que proponen los emprendedores sociales.
• La RSE se cambia desde abajo, desde donde tiene sentido, desde donde nunca se aplicó, pues mediante la presión vertical se aseguraría la transparencia de las grandes corporaciones. Es de moral que quienes poseen  el poder y la responsabilidad política potencien el cumplimiento de unas sendas éticas, pero nunca hay que obviar que el poder de la verdadera revolución es desde abajo y desde el consumidor, al que más que concienciado hemos atontado.
La sociedad va por delante de todo lo que se ha teorizado, nos ha pasado por encima y también somos el reflejo de ella. Pese a ello, hay que mantener la esperanza en el cambio; el esfuerzo por reinventarnos; la certeza de que no hay que insistir en los errores y el camino de crear una verdadera demanda social de ese “ente” que conforman las acciones que consideramos “responsables”.

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